martes, 26 de mayo de 2015

Sobran 'wasaps'

'Brutal' o 'Has vuelto a hacerlo' entre otras, son algunas de las felicitaciones que me llegan cada vez que escribo algo. Felicitaciones que nunca entendí del todo, como si esto no fuera fácil, como si no estuviera todo ahí fuera ya y solo hubiera que pasarlo a un papel. Como si el escritor no fuera más que un mero conector entre aquello que merece ser contado y un resultado final que nunca llegará a ser ni de lejos lo que tratabas de explicar. 

Aún así, uno hace lo que puede y en una de estas, juntando desordenadas palabras en busca una vez más de ese querer y no poder que es intentar plasmar aquí todo lo que siento fui a escribir sobre ti.

Y por primera vez, quedé en blanco. 



Y desde luego no por la ausencia de cosas que querer contar, más bien por todo lo contrario. Por la responsabilidad que supone intentar explicar con simples palabras todas esas pequeñas cosas que están ahí, casi pasando desapercibidas para cualquiera y que a su forma, en este que hoy os lo intenta contar, lo llenan todo sin que me de tiempo casi a respirar. Esa respiración nerviosa y entre cortada que supone cualquier mirada tuya.

Creí, que la propia sensación de dejar sin habla a alguien así, acusado durante el paso de los años de pesado en todos sus sinónimos posibles, podría explicar más que cualquier cosa que escribiese yo hoy aquí, pero a veces la verdadera descripción empieza cuando no quedan ya calificativos. 

Entonces, entendí que esto no era una felicitación. Si aquí a los únicos que habría que felicitar es a todos los que tenemos la suerte de poder compartir nuestro camino con la persona más maravillosa que conozco. Todo aquel que haya cruzado más de dos palabras contigo puede ser felicitado, que a mi forma de verlo, su vida ya habrá merecido la pena. 

Esto más bien, es un viaje a través de la felicidad. 



Viaje, porque la felicidad como otras muchas cosas en la vida puede recorrerse. Sin que nos demos cuenta va de la mano de quien es realmente feliz para dibujar una invisible senda de sentires que a su forma es eternamente inmortal. Es distinta en cada momento porque cada momento es distinto pero nunca falta el común denominador de la misma que es esa mágica sensación de estar en casa que provoca llevarte de la mano. 

Felicidad en el ruido de tus pasos cuando te acercas a mí y uno a uno me hacen olvidar los minutos que llevaba esperándote en esa calle donde aprendí, más allá de lo que la propia vergüenza me deja reconocer, lo bonito que es llorar de alegría. Intentar si quiera hacerme el enfadado por la tardanza es inútil, si ya estas ahí, qué importará lo demás. Y es que es tan dulce esperarte y soñar tu llegada que no quiero que llegues, quiero oírte llegar. 

Felicidad en la pequeña distancia que nos separa y eliminamos al tener ganas de más, en el cosquilleo que me provoca conseguir hacerte reír, en buscar excusas donde ya no queda, escudándome en el frío para abrazarte y cuando hace calor en que... bueno, en que tú estás fresquita. Felicidad en la mañana de este miércoles santo, pero eso son cosas nuestras. En el modo en que en nuestra madrúga aprendí a no echar nada de menos porque contigo al lado ya no faltaba nada, en todo lo que me has dejado compartir contigo, en todo lo que nos queda por compartir y en la forma en la que cuando no estamos solos, con cuidado, miro de reojo porque te he perdido de vista un par de segundos y a quién voy a engañar, ya te echo de menos. Felicidad hasta en la pena con la que me despido de ti en ese portal al que me gustaría atarte para no volver a sufrir esa sensación de vacío cada vez que me dejas. Aunque hayamos pasado juntos el día entero y vaya a volver a verte en horas.

Aún así, no me acostumbro a no vivir pegado a ti porque nunca es suficiente si no estás. 

Ni quiero.



Si mi vida es lo que pasa entre esos besos que se aferran a no despedirse en ese portal, mágica cuna del primero, al que seguirían tantos que hasta a los números constaría contar. 

En la fuerza con la que esa idea retumba en mi cabeza cada vez que te veo hacer uno de esos ruidos que aún siendo inteligibles para mí significan tanto, cada vez que a un abrazo le sigue ese temblor o cada vez que me demuestras que crecer no tiene porque significar madurar; Que pena que no te haya conocido antes. 

Felicidad en la forma en que llegaste para cambiarlo todo. Hablo de tópicos, frases que decimos día a día sin darle la importancia que tienen, sin sentir de verdad en ese momento, vacías de contenido real, tan simples y carentes de importancia como que 'eres la cosa más bonita que he visto en mi vida' o en el otro lado, tan importantes como un 'te quiero'. Tópicos al fin y al cabo que contigo dejan de serlo para convertirse en la confirmación del hecho de todo lo que me haces sentir. 

Y llegados a este punto no puedo guardármelo, porque a veces, por mucho que intentes transmitir algo, siempre habrá alguien que consiga hacerlo mejor que tú. y yo, lejos de enfadarme, acepto que esta es la forma en la que me gustaría que siempre cumplas años, en la que me gustaría que siempre fueras creciendo;

Tú en tus cosas y yo también en las tuyas. 

Con el reto y la ilusión de seguir venciendo al tiempo, que lo que tarda, dura. Y más importante aún, con la tranquilidad que me da saber que alguien me está echando una mano, solo hay que ver todos esos 'casi' que nunca tuvieron fuerzas para rendirse antes de acabar coincidiendo por fin, así si alguna vez fruto de cualquier estupidez, no quiero verte, simplemente me dejaré llevar por el viento y el viento siempre me llevará donde estés tú. 

A veces pienso qué hubiera pasado si hubiera decidido no ir a ese concierto, si me hubiera levantado de se parque un minuto después con alguien ya entre nosotros. En realidad supongo que entonces solo hubiéramos tardado un poco más porque esto que hoy vivimos no podía no pasar. 

Me quedo con esa primera avergonzada sonrisa como la primera vez que rodeado de los míos y aún sin saberlo, ya no me faltaba absolutamente nada. '¿A ti te gustan estos pantalones?'

El día que este bonito viaje que es la vida se acabe, cuando arriba en ese ancestral lugar que a mis ojos tendrá aspecto de parque sevillano y calle de Plantinar, pregunte por quien te puso en mi camino para agradecer tanto, me veré rodeado de miles de personas, la mayoría enfadados, pidiendo explicaciones porque tuvieron momentos malos y otros tantos reprochando haber subido demasiado pronto, En una de esas, me chocaré con él y mirándome dirá: tú, el canijo, tú has tenido suerte. 

Oí decir que no hay nada más bonito que la primera vez. 

Y yo, yo me quedo con esa forma tuya de hacer de todas otra vez la primera.



Para terminar, pedir perdón si algún lector habitual de este absurdo blog no ve la relación con el tema pero es que os han tenido tanto tiempo engañados que ya es hora de que sepáis la verdad. El cuento del movimiento de la tierra para explicar el paso de las estaciones no es más que la impotencia de la ciencia para explicar algo tan real como lo que es que la primavera nace en su sonrisa.

A veces, las cosas que no esperas se acaban convirtiendo en tus mayores regalos. 

A mi chorbi y mejor amiga, mi otra mitad y mi vida.